lunes, 27 de febrero de 2012

Carlos Manuel de Céspedes simboliza la dignidad del pueblo cubano


carlosmanuelcespedes1.jpgCuando se dirige la mirada sobre la marcha de nuestra Patria y pasan ante los ojos los acontecimientos de nuestra historia y se estudia la vida de los hombres que protagonizaron aquellos acontecimientos, se ve que la libertad que hoy disfrutamos fue conquistada con abnegación, con sacrificios y con heroísmo.

El 27 de febrero de 1874, hace hoy 138 años, el enemigo logró ubicar con exactitud el sitio en que se encontraba Carlos Manuel de Céspedes y sus compañeros, y conducido por un infame delator, desembarcó en Aserradero, se abrió paso entre las Salinas y Cocales, liquidó la escasa resistencia de los centinelas y finalmente asaltó la Prefectura Mambisa.

Revolucionario consecuente hasta sus últimos momentos, estuvo convencido de la validez de su ejemplo, de la razón de su vida que no fue otra desde su más temprana juventud que luchar por la independencia y la dignidad de la Patria.

Los disparos nítidos del revólver de Carlos Manuel de Céspedes se escucharon entre los montes antes de que cayera en un barranco, y sucumbiera en lucha desigual con los Cazadores del Batallón de San Quintín, en San Lorenzo, en plena Sierra Maestra, reafirmando aquello que había dicho: Muerto podrán cogerme, pero prisionero, ¡nunca! Allí se levantó para siempre en el corazón de la Patria, de la cual él es el Padre.

Seis años antes de la catástrofe de San Lorenzo, el 10 de Octubre de 1868, Céspedes había reunido a un grupo de hombres en su ingenio La Demajagua, les había presentado la bandera que enarbolarían en la conquista de la libertad, había declarado libres a sus esclavos y les había pedido ayuda en la empresa sublime que iba a iniciar aquella mañana. Con aquel puñado de héroes mal armados se lanzó a la manigua para redimir a su pueblo.

Su profunda convicción libertaria tiene expresiones visionarias, como lo que le expresa en carta dirigida a finales de 1870 a José Manuel Mestre, quien era representante diplomático de Cuba en Estados Unidos: Por lo que respecta a los Estados Unidos tal vez esté equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación y entretanto que no salga del dominio de España, siquiera sea para constituirse en poder independiente; este es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, sea para entretenernos y que no acudamos en busca de otros más eficaces o desinteresados.

Martí diría pocos años más tarde: Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable, quitarle para la libertad su posesión más infeliz, como quien quita a un tigre su último cachorro.

Fidel expresaría cien años después: No hay, desde luego, la menor duda de que Céspedes simbolizó el espíritu de los cubanos de aquella época, simbolizó la dignidad y la rebelión de un pueblo —heterogéneo todavía—, que comenzaba a nacer en la historia.

La fortaleza del Padre de la Patria sigue alumbrando inteligencias, despertando espíritus y arrojando luz sobre el camino por el que hoy andan sus hijos. / Granma

jueves, 9 de febrero de 2012

La isla de La Luz

isla.jpgCon la publicación de dos hermosos volúmenes, unidos en su diseño gráfico por el tema de la bandera cubana, plasmada en simbólicas instantáneas del fotógrafo Kaloian Santos, conmemoró Ediciones La Luz el aniversario 25 de la Asociación Hermanos Saíz.

Obras de un centenar de poetas cubanos, nacidos a partir de 1970, recoge la selección La isla en versos, publicada en la colección Capella, del sello editorial de la AHS en Holguín.
Ofrecer al lector lo mejor de la creación literaria de un par de generaciones de jóvenes artistas es objetivo de los compiladores, que ofrecen en el volumen una muestra del corpus poético nacional.
El sentido de insularidad y quizás “la maldita circunstancia del agua por todas partes” recorre los poemas, aun cuando la intención de sus autores no haya sido escribirle poemas a la isla.
A decir del prologuista Roberto Manzano, “en esta hermosa muestra lírica palpita esa vena profunda, ese modo de dialogar con las aguas, esa infinitud de habla que exhibe nuestra angustia”.
Según Manzano, en este libro están “los testimonios de las pérdidas, las lamentaciones del silencio, las increpaciones y las reconciliaciones, la sostenida conversación de nuestro espíritu con los litorales de todo orden que nos han rodeado siempre”.
En el volumen coinciden textos de poetas reconocidos como Ronel González, José Luis Serrano, Norge Espinosa, Yunier Riquenes, René Coyra, Yamil Díaz, Gleyvis Coro, Liudmila Quincoses y Kenia Leyva, con versos de autores noveles como Robin Rey, Lisandra Navas, Taimí Ocampo y Moisés Mayán, entre otros.
Este poemario devino proyecto artístico juvenil y generó un conjunto de presentaciones literarias y recitales de poesía a lo largo del país, auspiciados por la AHS.
El segundo volumen se titula Todo un cortejo caprichoso, también se inscribe en la colección Capella y está integrado por cuentos de otro centenar de autores, nacidos en igual lapso.
Historias referidas a la amplia geografía sentimental del ser nacional, con predominio formal del microrrelato y la estética del absurdo, componen el libro, editado por Luis Yuseff y Adalberto Santos.
No faltan atisbos de prosa poética, intertextualidad, ciencia ficción y fantasía y hasta asomos de realismo sucio en buena parte de los textos, que abordan la sensualidad, la violencia, la diversidad sexual, la guerra, la locura, las múltiples aristas de la belleza, la burocracia, la marginalidad, los variados exilios, la crisis económica y la soledad, entre otras temáticas.
Con una representación amplia de egresados del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en los cuentos de Todo un cortejo… se emplean profusamente las técnicas narrativas, en función de textos de rabiosa actualidad.
Entre los narradores incluidos aquí, se encuentran Pedro de Jesús, Ernesto Pérez Chang, Ena Lucía Portela, Ahmel Echeverría, Michel Encinosa, Raúl Flores y Jorge Enrique Lage./ Rubén Rodríguez