jueves, 17 de enero de 2013

Holguín y su Jornada de la Cultura


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La convocatoria al Premio de la Ciudad es uno de los principales atractivos de la XXXI edición de la Jornada de la Cultura Holguinera, cuyos festejos comenzaron este lunes y se extenderán hasta el próximo sábado día 19.
Esta cita, dedicada al aniversario 160 del natalicio de José Martí y el 50 del periódico ¡Ahora!, rinde homenaje a destacadas figuras holguineras como Haydee Toirac, quien ostenta la distinción por la Cultura Cubana, y Vilma Pérez, Premio Nacional de Radio, entre otras.
El evento cultural-histórico, que celebra además el aniversario 258 del otorgamiento a este territorio del título de ciudad y la tenencia de gobierno, desarrollará eventos como el Ciclo de Estudios de la Cultura Holguinera y el Encuentro sobre las Guerras de Independencia.
Juan Carlos González, miembro del comité organizador, declaró que la fiesta llegará hasta el Consejo Popular San Andrés, como parte de los esfuerzos por llevar la cultura hasta las comunidades.
Agregó que en esta ocasión se efectuará la Feria de la Cultura y las Tradiciones, un nuevo evento cuyo objetivo es mostrar los personajes identitarios de la ciudad, por ejemplo el manisero, el pregonero, el sastre y el fotógrafo de cajón.
Presentaciones y ventas de libros, exposiciones, peñas literarias y espectáculos infantiles, se cuentan también entre las opciones culturales.
Personalidades destacadas participan en la fiesta, entre ellas la Doctora María Dolores Ortiz, distinguida figura universitaria y de los medios de difusión, Jorge Hernández Pérez, director de la Editorial Ciencias Sociales, y René González Barrios, director del Instituto Nacional de Historia.
La celebración se inauguró con un desfile desde la Casa del Teniente Gobernado,r hasta el Parque Calixto García, la plaza cultural más importante del territorio oriental.

jueves, 10 de enero de 2013

Revolviendo la escritura


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 Un Premio Nacional de Literatura también logra reconocer al mejor periodismo. Así lo creo en el caso de Leonardo Padura Fuentes (La Habana, 1955), quien en febrero recibirá el lauro luego de hacerse público a fines de 2012.

Ya era hora de que se entregara la distinción a uno de los autores contemporáneos (si no: el autor contemporáneo) más influyentes del momento. Porque quizá Padura sea de los escritores en activo el que mejor comercializa su obra y quien más influye en cientos de lectores desde que dio a conocer aquel personaje de Mario Conde.

Luego de una racha del éxito incuestionable que le llegó con la publicación de la vibrante novela El hombre que amaba a los perros, Padura se ha convertido en un autor verdaderamente buscado. Cuando asiste a las ferias del libro su presencia se convierte en suceso multitudinario. Fotos y autógrafos. Sus comentarios sobre la realidad cubana a medios de prensa alternativos constituyen valioso juicios dignos de escuchar.

Pero ninguna de sus novelas, comenzando por aquella célebre tetralogía de las cuatro estaciones, sería lo mismo si Padura no hubiera afilado el lenguaje y las artimañas del investigador en el oficio de los periódicos, pues aunque graduado de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana, se incorporó al diario Juventud Rebelde a principio de los ochenta para protagonizar allí, junto a otro grupo de talentosos colegas, un período dorado del periodismo cubano.

La experiencia le sirvió para publicar en 1994 una antología de reportajes titulada El viaje más largo. Era su relación con un oficio que nunca ha dejado, y si de ello no se conoce más es porque precisamente su estilo está anclado en la mejor tradición, esa que encuentra en el periodismo un espacio para la reflexión y el enriquecimiento intelectual.

Por la breve experiencia que poseo como lector de Padura, creo que este deja rastros del periodista que ha sido en cada una de sus historias, en todas, estén ambientadas donde estén, lejos o cerca, no importa. Siempre, en el fondo, se advierte el compromiso con un oficio serio que, como se sabe, pasa por sus altas y sus bajas. Mas, lo que subrayo con este Premio Nacional, ahora, son dos aspectos de relevancia: 1) Se premia otra vez junto a la literatura a quien ha ejercido el periodismo con dignidad y 2) Le llegó el premio al fin a un hombre en pleno apogeo productivo. ¡Eso sí que es noticia, caramba!/ Leandro Estupiñán

viernes, 4 de enero de 2013

Museo Chorro de Maíta: una meca para la arqueología cubana


 



cementerio-chorro-de-maita.jpgA mediados de los ’80, mientras el arqueólogo José Manuel Guarch trabajaba a 80 centímetros de profundidad, en el cementerio aborigen de Chorro de Maíta, se le acercó un campesino de la zona y se lamentó de que, a pesar de que muchos de los habitantes del lugar habían encontrado muchos de los restos aborígenes, nunca tendrían acceso a ellos si se los llevaban para hacer un museo en la capital de la provincia y las próximas generaciones no conocerían acerca de lo que allí había sucedido.

 “Después de analizar lo que me había dicho aquel hombre, no dudé en un Museo de Sitio -contó Guarch durante una entrevista ofrecida hace varios años-. Hubo que sanearlo todo, garantizando con un milímetro más-menos la exactitud de ubicación de cada pieza. Hoy se muestran 56 de los 180 esqueletos encontrados”.

Así surgió la idea de construir el museo de Chorro de Maíta, en cuyo empeño dedicó el arqueólogo todos sus esfuerzos luego de culminadas las excavaciones.

Para los visitantes resulta increíble encontrarse justo encima del recinto sepulcral de 2 mil metros cuadrados, donde se respetaron la forma, el lugar y la profundidad en la que fueron detectados los restos. Asimismo, se exponen objetos como vasijas, adornos, fragmentos de latón y cascabeles españoles, evidencia de la transculturación que se desarrollaba durantre el período. Entre ellos destaca una joya única en Cuba. Se trata de un collar confeccionado con coral rosado, cuarzo, perlas, doradas cuentas bicéfalas y una cabeza de ave tallada igualmente en oro a la que llamaban Inrirri en la mitología aruaca.

Pueden apreciarse también los distintos tipos de enterramiento, sus características, las posiciones flexadas de algunos cuerpos, las deformaciones craneanas, así como las pertenencias de algunos de los cuerpos encontrados.

“El museo funge, además de transmisor de cultura y portador de objetos históricos, como protector del sitio arqueológico que lo rodea, pues aunque la población conoce por tradición acerca de estos temas, intentamos que no excaven por su cuenta para que no dañen los objetos, además de que donen lo que encuentren”, explicó Teresa Zaldívar, directora del museo.

Asimismo, Teresa Zaldívar explicó cómo desarrollan actividades educativas con los niños de la zona, relacionándolos con especialistas en arqueologías, grupos espeleológicos, geográfos y biólogos, con el fin de incentivarlos a estudiar estas disciplinas. / Liudmila Peña Herrera