Lo mejor de Carlos Acosta, además de la precisión con la cual ejecuta los movimientos, es la sencillez que le impregna a la danza. Con él, el baile adquiere la condición de ejercicio cotidiano. Es una manera natural de desplazamiento, acaso porque resume a esa clase de artistas que toman su vocación sin ningún tipo de poses, sin creerse que se es superior a nadie. VER MÁS
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