Hablar de Co-Danza en el contexto cultural holguinero siempre implica un riesgo, es como “tirarse de la guagua andando” y es que los seguidores de la compañía y el prestigio de la misma la convierten en un referente del movimiento danzario de nuestra provincia en los últimos 19 años.
Después de un silencio de casi tres años, en los cuales, según reconoce su directora Maricel Godoy, tuvieron que buscar otras alternativas de ingreso, volvieron a la escena del Teatro Comandante Eddy Suñol con una temporada estival que tuvo como punto de máxima expectación el estreno de la coreografía “Estación para pensar”, de la incombustible bailarina Vianky González. Tras su ópera prima “Memoria del pez”, Vianky vuelve a unir literatura y danza en un solo proyecto.
Y este es el primer punto a favor de la puesta en escena: la capacidad de imbricación de ambas manifestaciones, el empeño de la creadora en recurrir a jóvenes voces de la literatura local para crear su obra. Los versos de Hugo González, Irela Casañas, Kenia Leyva y Yannier H. Palao, siempre en una versión libre, se llenan de músculos, sudor y destreza, porque si algo demuestra también la pieza es que hay talento en Co-Danza para volver a escalar posiciones dentro del panorama de la cultura cubana.
“Estación…” es también un encomiable trabajo de producción, con un acertado diseño de luces y musical, con un vestuario llamativo y en ocasiones futurista, que permite al espectador el disfrute, porque la danza es además el placer de la visualidad, el goce de lo bello, el ir hasta el teatro para olvidar por momentos todo lo que nos rodea. Lo logra la González con una puesta de arriesgado tema como son las relaciones entre los hombres, la búsqueda de la libertad individual y, como siempre, el amor.
Sin embargo, a pesar de sus favorables momentos, la puesta se siente reiterativa y cansona por instantes. Uno percibe que se repiten ideas y movimientos, de los cuales se puede prescindir para ganar en eficacia. También uno se cuestiona si vale la pena para cerrar el top less final, o sea: el momento cuando las muchachas se quedan con los senos al aire ¿No es mejor el desnudo total antes que esa posición de sí pero no, y al final es un no que decepciona? Igual pudiera eliminarse: no aporta absolutamente nada cuando ya todo está dicho. ¿En qué favorecería el desnudo total? En apoyar la tesis de la obra de que la liberación y adaptación del hombre en su entorno comienza por él mismo.
Quizás atentó contra el estreno que estuviera precedida por tres piezas del repertorio de Co-Danza, en las cuales se notó la buena cantera que ha logrado “domar” la Godoy, quien sabe que hay materia prima, pero que el trabajo para que el barro adquiera forma siempre es difícil y lleva su tiempo. A esta nueva hornada de bailarines les hace falta la sensualidad y sutileza que caracterizaron a quienes les precedieron. Co-Danza no es solo pelo largo y músculos, es pasión, entrega y el eterno juego con lo ambiguo, con la sugestión de los sentidos.
De momento, nos hemos quedado con el agridulce sabor de poder ver nuevamente a Co-Danza en acción, de ver que nuestro público sigue siendo generoso con sus aplausos y que, por suerte, ya se anuncia otra temporada a finales de septiembre y principio de octubre de una compañía a la cual siempre tendremos que ver. Otro emblema de nuestro panorama cultural resurge con fuerza, pidiendo su espacio, enseñando credenciales, andando en la cuerda floja. / Daniel Alejandro Benítez Quiñones |
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